Los que ya me habéis leído otras veces sabréis que siempre que puedo trato de tener y mantener presente el papel del residente en cualquier iniciativa turística. Y es que, como ya he comentado en otras ocasiones, el turista utiliza normalmente los mismos espacios que el residente para consumir el servicio o la experiencia que ha contratado. Esta peculiaridad no se da en otros sectores. Por ejemplo, el que requiere de los servicios de un abogado acude a su despacho sin necesidad de compartir mesa con ninguna persona ajena al servicio que se está consumiendo.
Así, el turista se mezcla irremediablemente con el destino que visita y con los residentes que en él habitan. Por tanto es esencial, desde mi punto de vista, tomarlo en cuenta ya que el nivel de satisfacción del turista, indicador que define la calidad percibida, dependerá del nivel cualitativo de los servicios que ofrezcan las personas que trabajan, directa o indirectamente, para el sector turístico. Estas personas son los residentes.
Para que el residente pueda dar un buen servicio, tendrá que mostrarse receptivo ante la llegada de turistas y tendrá que sentir que su trabajo está bien valorado. Por una parte el residente, como anfitrión del destino, debe sentir que los turistas son sus invitados. Por otra parte, hay que lograr que el residente tenga motivación suficiente para realizar bien su trabajo y sentirse valorado. No es fácil compaginar estos dos factores.
Esta teoría ya la he dejado caer en otras ocasiones. Hoy no dejaré de hablar del residente pero lo haré desde otro punto de vista: el residente como potencial turista.
La idea de esta nueva reflexión la he sacado del último artículo que escribió Biel Martí para el recién estrenado periódico digital llamado Ibeconomía, especializado en la generación de contenido relativo a turismo y economía en las Islas Baleares.
El artículo al que atribuyo mi inspiración, plantea la consideración del residente como potencial turista aunque, tal consideración, contradiga el concepto propio de destino turístico que, por definición, hace referencia a «una zona o área geográfica ubicada en un lugar lejano y que es visitada por el turista». Ante este planteamiento, Biel Martí lanza la siguiente pregunta: ¿por qué no contemplar al residente como un potencial turista?
A lo largo de este post, trataré de dar respuestas a la pregunta lanzada contrastando también las respuestas que nos da el autor del artículo comentado.
Ventajas de considerar al residente como turista:
- Aminoración de la estacionalización, ya que se puede adaptar gran parte de la oferta turística (sobetodo cultural) a la temporada baja.
- Este turista-residente se comportará de forma más responsable con su entorno, ya que éste coincide con su entorno de residencia.
- Reactivación de otros subsectores, incluyendo comercio, restauración, ocio, espectáculos, etc.
- Creación de empleo durante todo el año y creación de nuevos perfiles profesionales.
Inconvenientes de considerar al residente como turista:
- No se trata de una cartera de clientes ilimitada. Para mantener buenos niveles de consumo se necesita una alta variedad de productos y en constante actualización, ya que posiblemente el residente no quiera ir a visitar según qué atractivos más de una vez.
- Existe demasiada oferta, al menos en el caso de Mallorca, y es difícil encontrar la demanda suficiente a nivel interno. Requiere creatividad, nuevos enfoques y propuestas adaptadas a las nuevas necesidades de este perfil de turista.
- El subsector hotelero tiene mucho poder en las islas y no sería el más beneficiado de esta iniciativa, ya que el residente como, bien indica su nombre, cuenta con residencia propia. No sé hasta qué punto, los hoteleros, apoyarían la propuesta.
Este planteamiento de utilizar al residente como turista es una propuesta real llevada a cabo por el Govern Balear y reconozco que no me desagrada, siempre que se haga bien.
Considero que es importante implicar al residente en las propuestas turísticas que se plantean pero hay que implicarlo de verdad, no utilizarlo. Para lograr esta implicación se deben establecer mecanismos de escucha activa para entender y cubrir las necesidades que tiene el residente. El hecho de depender tanto de un solo sector, obliga a demostrar y mantener ciertas garantías y el bienestar del residente debe estar garantizado.
No existe plan mejor para mí que trabajar conjuntamente con entidades públicas, privadas, residentes y turistas. Pero insisto, hay que hacerlo bien y no perder de vista los objetivos. Y uno de los obetivos más importantes es lograr que el residente no sienta rechazo hacia el turista, cosa más que común en los destinos muy turísticos.
Y termino el post tal y como lo empecé: insistiendo en la necesidad de considerar en todo momento al residente, tanto en iniciativas dirigidas a él como en iniciativas dirigidas al turista. El residente es un factor más a valorar cuando hablamos de planificación y promoción turística y es un pilar básico. Con el residente en contra, un destino turístico tiene poco qué hacer.
Imagen: eozikune
Más sobre Caterina Jaume
Turismóloga y bloguera. De Mallorca. Dedicada a un turismo n-dimensional.
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