Category Archives: Turismo y residente

Cuidemos a nuestros turistas

la fotoHace varios meses ya, mi compañera Nadia Cantero escribió un post para Turismo n-dimensional dedicándole su atención a las oficinas de información turística.

No me pude sentir más identificada con dicho post de Nadia, y llevo un tiempo con esta reflexión/anécdota en la cabeza, debida a un viaje que pude realizar el pasado mes de octubre a una de mis ciudades de adopción, Cáceres.

Como siempre que voy a Cáceres no dejo de pasear por la Ciudad Monumental, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero esta vez decidí entrar a buscar información a una oficina, la cual se encuentra situada en plena Plaza Mayor de la ciudad. En el interior aparte de un panel con los folletos,  trabaja una persona que se encarga de dar la información.  Justo en ese momento había una pareja de señores alemanes pidiendo dicha información. Mi indignación fue que la persona que les atendió no fue capaz de pronunciar ni tan siquiera una frase entera, ni en inglés ya que ellos se esforzaron por hablarlo, y mucho menos en alemán.

Por lo tanto, mi queja es ¿hasta cuándo vamos a dar esa imagen/atención al turista que nos visita?. Ya no sólo al turista de sol y playa, sino al que llega hasta una ciudad de interior de España, en una región prácticamente desconocida. En mi opinión, la atención que se le debe dar a nuestros visitantes ha de ser exquisita, con una buena explicación de los recursos turísticos y a ser posible en su lengua materna.

Pero no solo fue eso, y volviendo a la ciudad en cuestión, otro tema es el servicio de guías por la ciudad monumental: si no es un grupo mínimo de 10 personas, la visita guiada no se realiza, ni así se paguen los 5 euros que cuesta realizarla. Aquel día fuimos 8 personas, y nos quedamos sin visita. Un «vuelva usted mañana» en toda regla. ¿No sale rentable?

Por suerte, parece ser que el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Extremadura ha actuado y próximamente se reforzará dicha atención al turista, con la apertura de una «potente» oficina de información turística a partir del verano del 2014. Dicha oficina contará con la participación en cuanto a recursos y personal de las tres administraciones (Gobierno de Extremadura, Ayuntamiento de Cáceres y Diputación de Cáceres) y se llevará a cabo la contratación de técnicos en turismo. Espero que la atención y la formación de los técnicos en esta nueva sede sea eficiente y completa. Una ciudad tan maravillosa como es Cáceres, se merece ser reconocida.  Aquí el enlace a la noticia.

En definitiva, ésta no es más que otra pequeña llamada de atención para todas las comunidades autónomas de este país, el cual vive principalmente del turismo. No dejemos que el turista se lleve una mala impresión de nuestro destino, y eso no solo se debería aplicar a dichas oficinas sino en general, a hoteles, comercios, restaurantes. Es importante que el visitante se vaya satisfecho y de ello depende mucho la atención que reciba durante su estancia.

Residente, elemento básico del destino turístico

Los que ya me habéis leído otras veces sabréis que siempre que puedo trato de tener y mantener presente el papel del residente en cualquier iniciativa turística. Y es que, como ya he comentado en otras ocasiones, el turista utiliza normalmente los mismos espacios que el residente para consumir el servicio o la experiencia que ha contratado. Esta peculiaridad no se da en otros sectores. Por ejemplo, el que requiere de los servicios de un abogado acude a su despacho sin necesidad de compartir mesa con ninguna persona ajena al servicio que se está consumiendo.

Así, el turista se mezcla irremediablemente con el destino que visita y con los residentes que en él habitan. Por tanto es esencial, desde mi punto de vista, tomarlo en cuenta ya que el nivel de satisfacción del turista, indicador que define la calidad percibida, dependerá del nivel cualitativo de los servicios que ofrezcan las personas que trabajan, directa o indirectamente, para el sector turístico. Estas personas son los residentes.

Para que el residente pueda dar un buen servicio, tendrá que mostrarse receptivo ante la llegada de turistas y tendrá que sentir que su trabajo está bien valorado. Por una parte el residente, como anfitrión del destino, debe sentir que los turistas son sus invitados. Por otra parte, hay que lograr que el residente tenga motivación suficiente para realizar bien su trabajo y sentirse valorado. No es fácil compaginar estos dos factores.

Turistas

Esta teoría ya la he dejado caer en otras ocasiones. Hoy no dejaré de hablar del residente pero lo haré desde otro punto de vista: el residente como potencial turista.

La idea de esta nueva reflexión la he sacado del último artículo que escribió Biel Martí para el recién estrenado periódico digital llamado Ibeconomía, especializado en la generación de contenido relativo a turismo y economía en las Islas Baleares.

El artículo al que atribuyo mi inspiración, plantea la consideración del residente como potencial turista aunque, tal consideración, contradiga el concepto propio de destino turístico que, por definición, hace referencia a «una zona o área geográfica ubicada en un lugar lejano y que es visitada por el turista». Ante este planteamiento, Biel Martí lanza la siguiente pregunta: ¿por qué no contemplar al residente como un potencial turista?

A lo largo de este post, trataré de dar respuestas a la pregunta lanzada contrastando también las respuestas que nos da el autor del artículo comentado.

Ventajas de considerar al residente como turista:

  • Aminoración de la estacionalización, ya que se puede adaptar gran parte de la oferta turística (sobetodo cultural) a la temporada baja.
  • Este turista-residente se comportará de forma más responsable con su entorno, ya que éste coincide con su entorno de residencia.
  • Reactivación de otros subsectores, incluyendo comercio, restauración, ocio, espectáculos, etc.
  • Creación de empleo durante todo el año y creación de nuevos perfiles profesionales.

Inconvenientes de considerar al residente como turista:

  • No se trata de una cartera de clientes ilimitada. Para mantener buenos niveles de consumo se necesita una alta variedad de productos y en constante actualización, ya que posiblemente el residente no quiera ir a visitar según qué atractivos más de una vez.
  • Existe demasiada oferta, al menos en el caso de Mallorca, y es difícil encontrar la demanda suficiente a nivel interno. Requiere creatividad, nuevos enfoques y propuestas adaptadas a las nuevas necesidades de este perfil de turista.
  • El subsector hotelero tiene mucho poder en las islas y no sería el más beneficiado de esta iniciativa, ya que el residente como, bien indica su nombre, cuenta con residencia propia. No sé hasta qué punto, los hoteleros, apoyarían la propuesta.

Este planteamiento de utilizar al residente como turista es una propuesta real llevada a cabo por el Govern Balear y reconozco que no me desagrada, siempre que se haga bien.

Considero que es importante implicar al residente en las propuestas turísticas que se plantean pero hay que implicarlo de verdad, no utilizarlo. Para lograr esta implicación se deben establecer mecanismos de escucha activa para entender y cubrir las necesidades que tiene el residente. El hecho de depender tanto de un solo sector, obliga a demostrar y mantener ciertas garantías y el bienestar del residente debe estar garantizado.

No existe plan mejor para mí que trabajar conjuntamente con entidades públicas, privadas, residentes y turistas. Pero insisto, hay que hacerlo bien y no perder de vista los objetivos. Y uno de los obetivos más importantes es lograr que el residente no sienta rechazo hacia el turista, cosa más que común en los destinos muy turísticos.

Y termino el post tal y como lo empecé: insistiendo en la necesidad de considerar en todo momento al residente, tanto en iniciativas dirigidas a él como en iniciativas dirigidas al turista. El residente es un factor más a valorar cuando hablamos de planificación y promoción turística y es un pilar básico. Con el residente en contra, un destino turístico tiene poco qué hacer.

Imagen: eozikune

Un paseo por los recuerdos

En mis búsquedas rutinarias por Google, me he encontrado hoy con un artículo que habla de los recuerdos y de cómo aprovecharlos y convertirlos en los protagonistas de una buena e interesante iniciativa turística. Se trata de reflejar el pasado de algunos lugares a través de los recuerdos de los más mayores. Ellos son los que más vida llevan a sus espaldas y son los únicos testimonios capaces de trasladar el pasado al mundo actual. Aún les quedan ganas y tiempo para implicarse en un proyecto que puede beneficiar a toda una región. Es el caso de Pinilla y Alameda del Valle, municipios de la Sierra de Madrid.

Los ancianos de estos municipios se animaron a desempolvar los recuerdos más pintorescos de la historia de su pueblo. La Comunidad de Madrid, a través de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, planteó el objetivo de recuperar los saberes tradicionales de estos pueblos, para evitar que la cultura tradicional cayese en el olvido. Así, abanderaron el proyecto «De paseo por los recuerdos», un proyecto desarrollado bajo la categoría de turismo por la memoria.

Ya sabéis que suelo insistir mucho en la función del residente cuando hablo de iniciativas turísticas que, inevitablemente, terminan interactuando con el usuario final que, en el caso de este tipo de propuestas, suele ser el turista.

Hace unas semanas, escribí un post relativo al trabajo emocional. Hoy hablaré del capital y el patrimonio emocional. Está claro que la gestión de las emociones es hoy una de las competencias esenciales para que una empresa tenga éxito. Como dice la copla, los sentimientos ni se compran ni se venden, pero se anotan en la cuenta de resultados.

Los recuerdos forman parte de nuestro patrimonio emocional y pueden considerarse como recursos únicos, valiosos, difíciles de imitar y no sustituibles. Este tipo de recursos, a nivel estratégico-empresarial y según la Teoría de Recursos y Capacidades, se contemplan como activos intangibles que tienden convertirse en ventajas competitivas.

Apliquemos este concepto a los destinos, olvidando, por un momento, el mundo paralelo de las empresas. Cada destino cuenta con este tipo de recursos. Cada destino tiene un pasado diferente y, por ende, gente mayor que lo conoce y lo recuerda. Los recuerdos de esta gente mayor componen una serie de recursos que merecen ser conservados en el tiempo y, de alguna forma, podemos alargarles la vida reflejando estos recuerdos en la realidad actual y compartirlos con nuestros visitantes.

Los resultados que obtenemos si aplicamos un modelo de estas dimensiones son varios:

  • Se superan algunas limitaciones espaciales, permitiendo reconstruir y trasmitir cómo era ese lugar décadas atrás.
  • Se implica al residente en la labor turística y, además, se implica a un segmento de la población que, en algunas ocasiones, es subestimado (la gente mayor).
  • Se crean nuevos atractivos turísticos sostenibles con el territorio, responsables con el visitante y respetuosos con el residente.
  • Se suple una necesidad importante que se encuentra en lo más intrínseco del ser humano: aprender, matar la curiosidad, conocer nuestros antepasados, etc.
  • Aumenta el nivel de satisfacción del turista. Es muy probable que una iniciativa que implica directamente y emocionalmente al residente se transforme en mejor trato hacia al turista y en escaso rechazo por parte del residente. En definitiva, se mejora la relación turista-residente a la vez que se gestionan las emociones de ambos.

«Un destino emocionalmente eficiente generará entornos emocionalmente productivos»

España es un país compuesto por diversas regiones que cuentan con su propia cultura, idioma e identidad. Esas diferencias, hoy en día y muy a menudo, se convierten en motivos para pelear derivando casi siempre en temas políticos y económicos.

El modelo que se defiende en este post daría la oportunidad de vender promocionar un país rico en diversidad cultural y, por una vez, esas diferencias jugarían un papel beneficioso para todos. Por una parte, las regiones podrían conservar sus valores dándolos a conocer y, por otra, se percibiría, de puertas a fuera, un país unido precisamente por sus diferencias. Quizás esta sea la única fórmula para conseguir una Marca-País que nos guste y beneficie a todos.

No hay que olvidar que, en un mundo tan globalizado, lo diferente sigue teniendo un valor inconmensurable. En los tiempos que corren, es importante tener capacidades para crear nuevos modelos económicos pero es imprescindible no dejar perder lo que ya se tiene. Lo ideal es saber y poder fusionar lo que ya se tiene con nuevos modelos competitivos.

¿Qué os parece la idea de promocionar así nuestro país y cada una de sus regiones?

Imagen: j-fin

 

¿Turismo de amistad?

Siempre he tenido familia viviendo lejos de donde vivo yo. Y, ahora, empiezo a tener varios amigos viviendo en Alemania, Chile, Francia, Argentina, Suiza y Estados Unidos. Unos estudian, otros trabajan y algunos solo viven.

Son varias las razones por las que han decidido partir: unos por motivos económicos, otros por haber encontrado una buena oportunidad y otros, simplemente, porque se han enamorado.

Ahora cuando me planteo dónde ir de vacaciones busco entre estos destinos. Este hecho implica que, en mi caso, el principal atractivo del destino son mis seres queridos, mi familia y mis amigos que se encuentran lejos. Ellos son los que me incitan a viajar allá donde estén y, de paso, visitar los sitios más emblemáticos de la ciudad dónde viven. Una vez más, en mis posts, el residente es el protagonista.

Tal panorama, cambia algunos esquemas tradicionales. Las necesidades, en este caso, del turista son muy distintas. A continuación, listaré algunas características sobre este tipo de turista:

  • No le interesa contratar alojamiento. La oferta de hoteles pasa a ser innecesaria.
  • No le importa pagar un poco más por el vuelo debido a que se ahorra el alojamiento.
  • El turista no requiere que la ciudad que visita tenga un fuerte atractivo cultural, lúdico o de sol y playa. El destino en sí pasa a segundo plano.
  • Parte de la oferta complementaria, como es el caso de los restaurantes, se vuelve poco relevante. En este caso, el all inclusive se da en casa del anfitrión.

No he encontrado una definición suficientemente consolidada para definir este tipo de turistas. Y me extraña. No se trata de turismo residencial y tampoco se trata de turismo familiar. ¿De qué se trata?

Sí he encontrado cifras que reflejan los motivos por los que la gente viaja. Por ejemplo, en el caso de España en el año 2006 y según el INE, del total de viajes dentro del turismo nacional, 81.113.556 se hicieron por motivos de vacaciones u ocio, 43.856.547 por visitas a familiares o amigos, 18.951.595 por motivos de trabajo o negocios, 7.743.083 por estudios y el resto por otros motivos. La cifra de viajes por motivos de visitas a familiares o amigos es considerable.

Hace ya casi 10 años, estuve disfrutando de una beca ERASMUS en Dresden, Alemania, y en más de una ocasión sentí ser el motivo por el cual parte de mi familia y amigos viajaron a esta ciudad. Justamente, Dresden, cuenta con suficientes recursos culturales e históricos para atraer turistas por sí mismo. Aún así, muchos de mis amigos no la hubieran visitado si yo no me hubiera ido a vivir ahí un año entero.

Las ciudades con mucha vida universitaria atraen a los familiares y amigos de los estudiantes. Justamente, este año, las becas ERASMUS se quedan sin dinero. España es uno de los países que más estudiantes ERASMUS envía y recibe. Directa o indirectamente, la suspensión de este tipo de becas y experiencias puede afectar al turismo, tanto emisor como receptor, del país.

Sería interesante que, en estos tiempos de tantos movimientos migratorios, los destinos contemplaran a estos nuevos residentes como atractivo para captar y recibir nuevos turistas. Tal reflexión nos invita a pensar y a descubrir un nuevo turista: más independiente y con intereses distintos a los que estamos habituados. En tiempos de crisis, tendemos a pensar que la gente deja de viajar y no es del todo cierto. La gente sigue viajando pero lo hace de otro modo aprovechando nuevas formas de vida y de adaptación a la situación que nos está tocando vivir.

A veces, no hace falta construir un gran parque de atracciones ni un inmenso palacio de congresos para atraer nuevos turistas. A veces, es suficiente con contar con las personas adecuadas. Esta modalidad de la que hablo hoy, permite al destino promocionarse (de forma gratuita y desinteresada) a través de sus nuevos residentes y permite al turista viajar de acuerdo a sus posibilidades.

¿Reconocéis este tipo de turismo? ¿Qué nombre le asignaríais?

Foto: Jenser (Clasix-Design)

El trabajo emocional en el sector servicios

Desde que realicé mi PFM, con el objetivo de conocer la influencia que podría tener el turismo en la educación de los jóvenes, me he acostumbrado a poner el foco de atención en el residente de un destino turístico. A veces, los estudios olvidan este aspecto y, para mi, es muy importante tenerlo en cuenta para completar la experiencia turística.

Esta semana, he leído un artículo titulado «Consecuencias del Trabajo Emocional en el Sector Turístico: ¿Riesgos Psicosociales o Salud Laboral?»,escrito por Carmen Ramis Palmer, M. Antonia Manassero Mas y Esther García Buades  (profesoras de la UIB) y publicado en la revista chilena Ciencia & Trabajo.

El artículo trata el trabajo emocional aplicado a las personas que trabajan en los servicios turísticos. El concepto de trabajo emocional fue acuñado por la socióloga Arlie Russell Hochschild, en 1983, mientras analizaba el trabajo de unas azafatas de vuelo. Observó que éstas pasaban gran parte de su jornada laboral atendiendo a los clientes y expresando emociones. Su trabajo requería un contacto directo con el cliente la mayor parte de la jornada laboral. Las azafatas no solo debían realizar tareas físicas o mentales, si no que también debían expresar y controlar sus emociones durante las interacciones que realizaban durante su jornada laboral, ya que así lo exigía el puesto.

Muchos empresarios, para evaluar el servicio prestado, se fijan en el nivel de satisfacción del turista. Cuando este nivel de satisfacción es bajo, el empresario lo atribuye a los empleados que están a primera línea del cliente sin tener en cuenta, muchas veces, las dificultades que conlleva un puesto de trabajo con tales características.

Hoy en día, el sector turístico se caracteriza por una abundante oferta, una fuerte competitividad, altas exigencias de calidad y un necesario control de costes. El empleado que trabaje en este sector atendiendo «cara a cara» al cliente debe adaptarse a estas características y, a la vez, debe controlar sus emociones en todo momento.

El trabajo emocional en el sector turístico presenta algunas características distintivas, como por ejemplo las interacciones habitualmente cortas, pautadas y poco intensas. El artículo concluye que cuanto más controla el empleado sus emociones, más eficaz, comprometido y profesional se siente. Y por tanto, se siente más seguro a la hora de realizar su trabajo.

Las empresas que son capaces de ofrecer mejores condiciones de trabajo, contratos estables, formación adecuada, mejores recursos técnicos y permiten más autonomía, favorecen una experiencia laboral más positiva. Ésta se ve directamente reflejada en el nivel de satisfacción del cliente del que hablábamos dos párrafos más arriba.

Lo que intento explicar es que no es fácil trabajar constantemente de cara al cliente. No es fácil despertar, cada día, de buen humor. Y tampoco es fácil reaccionar bien ante cualquier movimiento de un cliente.

La simultaneidad entre producción y consumo en el sector servicios, normalmente mediante interacciones «cara a cara», requiere de los profesionales que realicen sus tareas de una forma determinada, expresando ciertas emociones, manteniendo determinados niveles de empatía e identificando y manejando correctamente las emociones de la clientela.

Gran parte de estos profesionales no se sienten valorados suficientemente y, en algunas ocasiones, trabajan sometidos a pésimas condiciones: excesivos horarios, sueldos bajos, estacionalidad y escasa valoración social.

Tal vez sea el momento de comenzar a valorar este tipo de trabajos que, además, forman parte del primer contacto con el cliente y, por tanto, la primera impresión del mismo. No debemos olvidar que si conseguimos que el residente esté contento, el turista también lo estará.

Imagen: MyTangerineDreams

Nueva Ley de Turismo: ley a la carta.

Llevo ya unas semanas hojeando el anteproyecto de la Nueva Ley de Turismo que ha propuesto el Gobierno autonómico para Baleares. Y llevo también unos días leyendo artículos, noticias y posts relativos a este tema. Ya me siento preparada para manifestar mi opinión.

Ayer lo primero que leí fue una noticia en el Diario de Mallorca. En ella se hablaba de la presión turística que sufren nuestras zonas costeras, concretamente, 6.329 turistas por cada kilómetro de litoral. Aunque lo sospechaba, es  realmente una barbaridad. Y parece que necesitamos este tipo de cifras para empezarnos a alarmar.

Hoy, despierto con la noticia de que la ley ha sido aprobada por el Parlament balear, a pesar de la oposición de los grupos de izquierda y a pesar de las opiniones de los residentes. Una vez más, el Gobierno solo escucha a quién quiere escuchar.

Los habitantes de Baleares llevamos mucho tiempo sabiendo que vivimos en un territorio limitado territorialmente. También llevamos años viviendo una contradicción: trabajamos y vivimos de algo que rechazamos porque destruye lo que más queremos. Esta frase resume, en muchos casos, lo que es el turismo para muchos residentes. Es una pena pero es así y cuesta entenderlo. Y deberíamos ponerle solución.

En el último cuaderno que Fundació GADESO ha publicado, hay 2 gráficas que me llaman la atención. La primera hace referencia a las medidas que los residentes creen pertinentes para mejorar el producto turístico. Un 75% afirma que la forma de mejorar el producto turístico es protegiendo el territorio y preservando el patrimonio natural, cosa que esta ley no prevé. La segunda gráfica representa la opinión ciudadana sobre la nueva ley de turismo. Un 25% de los ciudadanos encuestados no conoce la ley y un 43% considera que ésta es negativa y que solo beneficia al hotelero. Quizás el Gobierno debiera empezar a escuchar a los ciudadanos, sus votantes.

El artículo redactado por Maria Lluïsa Dubon Petrus, geógrafa, política y menorquina, es uno de los que mejor resume la situación. Lo que más comparto con la opinión que se manifiesta en este artículo es que es una ley que carece de visión global del territotio y evita la planificación. Pretende mejorar la calidad del producto turístico solo embelleciendo, ampliando y construyendo establecimientos hoteleros. Es una ley que beneficia a unos pocos e injustamente, éstos, son los hoteleros.

Me parece vergonzoso que el primer artículo de esta ley afirme que una de sus finalidades es impulsar un turismo sostenible. A partir de los años 60, Baleares empezó a apostar por un turismo de masas, descontrolado y desequilibrado. Los residentes ya se resintieron y se siguen resintiendo de los errores cometidos con este tipo de modelo hasta el punto de rechazar al turista que, para mí, no es el culpable primario. El territorio se ha ido degradando y si no cambiamos el modelo que tenemos se terminará destruyendo. La nueva ley ya no solo ataca a la zona litoral, también invita a tercierizar el suelo rústico dando facilidades para ello.

Esta ley no ayudará a que el residente haga las paces con el turismo mientras conceda carta blanca a los hoteleros para construir, reconvertir o ampliar sus hoteles. Esta ley marca una continuidad al modelo que ya se impuso con el primer boom turístico que desencadenó la llamada Balearización. Somos los residentes los que sufrimos las consecuencias directas de la implantación de un modelo tan agresivo con el territorio. Dudo que repitiendo el mismo modelo, suframos consecuencias distintas.

Termino con las declaraciones que ha hecho el GOB en la nota de prensa que ha publicado tras la aprobación de la nueva ley, a la que han tildado de “ley a la carta”: “Esta ley pretende subordinar la planificación territorial a los intereses turísticos y propiciar la desregulación a fin de garantizar a los inversores la seguridad jurídica que necesitan para la realización de cualquier proyecto”.

¿Turismo? Al calor del nido

Hace unos días subí a la Comunidad Hosteltur un post titulado “¿Turismo? ¿Para quién?”, preguntándome ¿Qué seremos de mayores los que estudiamos turismo? El post ha generado debate acerca de las carencias en la formación de los estudiantes de turismo y acerca de la perspectiva de futuro que tenemos al salir de la Universidad. Como continuación del debate Hosteltur produjo un artículo “Diplomatura de Turismo: decálogo de males”, sintetizando la opinión de estudiantes, profesores, ex-alumnos y profesionales.

Me gustaría aportar algunas ideas y conclusiones sobre el tema, a partir del Proyecto Final de Máster que defendí el semestre pasado. Particularmente, me gustaría referirme a la percepción que tienen los jóvenes acerca del turismo antes de comenzar los estudios superiores. ¿Qué turismo estamos ofreciendo a los jóvenes?

Busqué respuestas en las aulas porque me impactó la cifra que representa el fracaso escolar en Baleares. Concretamente, según datos del Ministerio de Educación, en el curso 2008-2009 un 39% de los alumnos que comienzan la E.S.O. no obtienen el título de graduación. Es un porcentaje elevado ya que supone ser la comunidad autónoma con más fracaso escolar a nivel nacional. Además, esto ocurre en un territorio donde el turismo supone un 43,2% de la economía balear.  Es precisamente a partir de estas cifras que me empiezan a asaltar preguntas y empiezo a cuestionar como se relaciona el turismo y la educación de nuestros jóvenes.

Concretamente la investigación consistió en comparar 4 centros educativos de dos zonas de Mallorca. Las zonas fueron Calvià, municipio claramente turístico e Inca, territorio interior, con mayor actividad industrial y agrícola. De los centros seleccionados, por cada municipio se eligió un centro con mayores recursos socioeconómicos que el otro.

Si bien no me extenderé mayormente en este artículo acerca de los objetivos y resultados de la investigación, sí creo interesante exponer algunos puntos que pueden aportar algo de luz al problema de la formación en turismo.

En primer lugar, en general se observó que los alumnos pertenecientes a Inca tienen una percepción más positiva sobre el turismo que los de Calvià.

Por otra parte, fue notorio que aquellos alumnos provenientes de familias con un nivel de formación más bajo tienden a valorar menos las profesiones relacionadas con el turismo.

Si hilamos más fino y concretamente en Calvià, los alumnos con menores recursos eran quienes tenían mayor cantidad de padres y madres que trabajan en el sector turístico, generalmente en empleos con baja cualificación. En este sentido, los sentimientos asociados al turismo tienen que ver con horarios extensos, bajos salarios, precariedad, falta de expectativas.

Por su parte, los alumnos de Inca, expresaban una percepción acerca del turismo y el trabajo en el sector más relacionada con la diversión, hacer carrera, el dinero, fiesta y entornos paradisíacos.

También creo importante mencionar que la percepción desde el punto de vista de los responsables de los centros era casi diametralmente opuesta a la de sus alumnos. En general, los directores de centros en Inca, pensaban que la formación era suficiente y la oferta adecuada. En cambio, en Calvià se esperaba una mayor oferta de estudios específicos, tanto en formación profesional como en la universidad.

Asimismo, los educadores de los centros de Inca resaltaron con mayor énfasis el impacto ambiental que provoca el turismo. Sin embargo, los de Calvià se fijaron más en el impacto económico que el turismo supone.

Valoraciones personales

El turismo afecta y cambia el entorno del residente. La percepción que tiene el residente sobre el turismo influye a la hora de tomar ciertas decisiones que ocurren desde la etapa escolar. El estudio, si bien es muy incipiente, permite atisbar algunas ideas acerca de dónde enfocar esfuerzos educativos y sociales de manera que se formen profesionales de calidad para mantener una industria de tanta importancia en Baleares y España en general.

Creo que un aspecto clave a considerar es la calidad de los empleos en turismo. La precariedad, los horarios malsanos y la baja perspectiva de futuro para buena parte de la población puede estar generando una sensación de rechazo en los jóvenes que provienen de familias afectadas por esta situación.

También es importante tomar conciencia de que en muchas ocasiones existe una percepción sobrevalorada del turismo. Algunos jóvenes afirman querer trabajar en el sector bajo la premisa de que “no requiere mucho estudio” y de que “se gana dinero”. Estas premisas son las causantes de que algunos jóvenes se vayan a estudiar la carrera de turismo con el objetivo de estudiar poco y trabajar precariamente o incluso provoca la salida directa al trabajo, en forma similar al efecto llamada que ha tenido la construcción en la última década en España, con las consecuencias que hoy se lamentan.

Por otra parte, creo que es necesario planificar y ajustar la oferta formativa, no solo desde el punto de vista de la mera demanda del mercado, sino también orientada a crear profesionales que tengan en cuenta la sostenibilidad del territorio, sensibilidad hacia el residente y capacidad de innovación.

Por último, quiero aclarar que para realizar este tipo de estudios se precisa la colaboración de algunas entidades públicas que, en este caso, no han querido ayudar a la hora de aportar datos estadísticos que hubieran permitido un análisis más profundo del rendimiento de los centros educativos. Demostraría un esfuerzo de transparencia el hecho de que esos datos fueran públicos. Existe una clara contradicción ya que tales entidades han demostrado interés por el tema analizado pero a la hora de liberar datos no lo han hecho, presumiblemente por la reticencia a exhibir resultados incómodos en el período electoral en el que se realizó el estudio.