Hace poco leí un artículo de Europa Press titulado “Los turistas gastan 5.900 millones de euros al año en souvenirs para olvidar” en el que se afirmaba que al 69% de viajeros españoles no les gustan este tipo de recuerdos que adquieren en sus vacaciones y solo el 4% los consideran útiles en su vida diaria.

 Dentro de los distintos tipos de souvenirs, el artículo también establece diferencias en cuanto a las preferencias, afirmando que “el 14% de los turistas considera los adornos decorativos como el peor regalo que pueden recibir, por delante de las típicas camisetas de temática cómica (9%), seguida de cerca por la joyería barata (9%). El 7% de los encuestados opina que los clásicos llaveros y los imanes para la nevera no son el mejor recuerdo mientras que al 4% de los encuestados no les hace ilusión recibir artículos gastronómicos, así como globos de nieve”.

 ¿Qué está pasando entonces con los souvenirs? ¿Por qué se gasta tanto dinero en algo que no gusta? ¿La compra de figuras, llaveros, ceniceros, camisetas…con el nombre de nuestros destinos es una actividad en peligro de desaparición?

Bola-de-Nieve-Bailaora-Roja

Bajo mi punto de vista, el souvenir, junto con las fotografías y vídeos, son la parte tangible de la experiencia turística y cumplen dos funciones fundamentales:

  1. Hacernos recordar los momentos vividos. Se trata de objetos que asimilaremos siempre con aquellas magníficas vacaciones y que llevan impreso una gran carga emocional.
  2. Obsequiar a familiares y amig@s con algo típico de los lugares que hemos visitado, para transmitirle que nos hemos acordado de ellos durante nuestra ausencia.

Es por ello, que la adquisición de este tipo de recuerdos es una práctica que se sigue llevando a cabo aunque el objeto en cuestión no guste o no tenga utilidad. Por este motivo no creo que esté en peligro de desaparición a corto plazo, pero… ¿y a largo? Las fotografías y los vídeos cumplen perfectamente la primera función del souvenir, por lo tanto, de momento es la segunda la que mantiene su existencia.

 Por otra parte, desde el punto de vista de los destinos turísticos, el souvenir tiene una función muy importante de promoción y difusión turística. Sin embargo, aunque se vendan grandes cantidades de souvenirs, esta función no se está cumpliendo porque al convertirse en “regalos indeseados”, seguramente para las personas obsequiadas con ellos tendrán una connotación negativa y, como consecuencia, esa connotación se traspasará al destino. Además, seguramente los receptores de los regalos no los tendrán en un lugar visible para las visitas.

Entonces, ¿de verdad vale la pena para los destinos que se consuma un gran número de souvenirs si no gustan? No, ¿verdad?

 Como conclusión, existe una gran predisposición a adquirir souvenirs, objetos empapados de la cultura del destino. Sin embargo, estos recuerdos no responden a los gustos de la población actual. Esto es debido, en parte, a que no se han actualizado con los años.

 Por lo tanto, se necesita RENOVAR los souvenirs para ADAPTARLOS a las preferencias y necesidades de los turistas actuales; crear nuevas formas y diseños que contengan toda la esencia del destino pero que sirvan para paliar las necesidades actuales.

 Es momento de olvidarnos de las típicas figurillas, camisetas, llaveros e imanes para la nevera y crear objetos que realmente aporten valor al turista con un diseño atractivo que potencie la marca.

 ¿Qué opináis? ¿Cuál sería vuestro souvenir preferido?

Imagen: www.flamencoexport.com

Más sobre Fátima Cachafeiro

Turismóloga por vocación, consultora de turismo y comenzando una nueva etapa como blogger. Totalmente a favor de la sostenibilidad y la innovación como pilares básicos de desarrollo turístico.