El Turismo de Desastres, reinvención de la tragedia
El pasado 25 de diciembre los gallegos despertábamos con la noticia de que el Santuario de A Virxe da Barca se encontraba envuelto en llamas. La noticia pronto aparecía en todas las redes sociales y rápido se propagaron fotos y vídeos que mostraban la magnitud del incendio.
Este emblemático santuario barroco está situado en la marinera villa de Muxía. Su localización en plena Costa da Morte, su famosa romería da Nosa Señora da Barca, pero especialmente su situación como parte del Camino de Santiago de Fisterra-Muxía le confiere una notoriedad más allá del territorio gallego.
Naturalmente, el hecho de que el Santuario de A Virxe da Barca terminara calcinado fruto de una mala casualidad (la causa del incendio se debió a la caída de un rayo en un transformador próximo a la sacristía de la iglesia), me sorprendió y me entristeció; ahora bien, mi asombro fue mayor cuando días después leo este titular: “El incendio de Muxía desata una oleada de visitas al santuario”.
Como bien sabemos no es la primera vez que un acontecimiento trágico se convierte en un foco de turistas y en ocasiones la temática de la tragedia llega a suponer el nacimiento de nuevos productos turísticos. Este fenómeno por el cual los visitantes se sienten atraídos por destinos que han sufrido algún tipo de catástrofe natural se denomina Turismo de Desastres. Los siguientes ejemplos sirven para comprender como una ciudad desbastada reinventa su oferta turística:
- Huracán Katrina (Nueva Orleáns, año 2005). Algunas agencias de viajes comercializan productos específicos de la catástrofe. Podemos encontrar tours en los que nos explican el antes y el después de la ciudad, o audio guías que se pueden comprar online en las que se muestran mapas y puntos de referencia de las zonas devastadas.
- Tsunami en Rikuzentakata (Japón, año 2011): esta pequeña ciudad costera en el pasado resultaba atractiva por sus playas pero ahora los turistas la visitan para ver el nivel de destrucción tras el paso del tsunami. Su principal atractivo es el “pino milagroso” único superviviente y que hoy es un símbolo de esperanza, además de ser la visita obligada de los turistas.
Queda de manifiesto que este tipo de tragedias supone un atractivo para un segmento de la población y que la actividad turística puede servir de revulsivo para la maltrecha economía local, pero… ¿y los habitantes del destino? No debemos olvidar que los residentes vivieron una experiencia traumática de absoluta destrucción humana y material. La historia debe ser contada, pero bajo mi punto de vista es muy importante tratar el tema con suficiente rigor histórico y con la sensibilidad y respeto merecidos.
Foto: El País



 Mensajes instantáneos, información al minuto, fotos, vídeos y un largo etcétera de posibilidades. Todos los días pasamos horas delante de una pantalla (ya no nos importa el tamaño), recibiendo ráfagas fugaces. El ritmo es rápido, el impacto pasajero y sin calarnos demasiado. A priori esta velocidad suele ir ligada al trabajo, al estrés de la vida cotidiana, pero… ¿y cuándo estamos de vacaciones?, ¿realmente dejamos de lado ese estrés?
Mensajes instantáneos, información al minuto, fotos, vídeos y un largo etcétera de posibilidades. Todos los días pasamos horas delante de una pantalla (ya no nos importa el tamaño), recibiendo ráfagas fugaces. El ritmo es rápido, el impacto pasajero y sin calarnos demasiado. A priori esta velocidad suele ir ligada al trabajo, al estrés de la vida cotidiana, pero… ¿y cuándo estamos de vacaciones?, ¿realmente dejamos de lado ese estrés?
 Hace tres semanas me disponía a buscar alojamiento para pasar unos días en Oporto. El motivo de escoger Portugal como destino para disfrutar de unas mini vacaciones se debía a la celebración del
Hace tres semanas me disponía a buscar alojamiento para pasar unos días en Oporto. El motivo de escoger Portugal como destino para disfrutar de unas mini vacaciones se debía a la celebración del  La primera gran dificultad con la que se suelen topar los turistas es que el punto de información está cerrado. ¿Cómo se les ocurre a los incautos turistas obtener información un domingo o un festivo? Es curioso, pero parece que los horarios se ajustan para los residentes del destino turístico, y aún así, yo diría que solamente consiguen pisar la oficina los desempleados, los jubilados, o los despistados que entran a preguntarte a qué hora abren el comercio de enfrente. Los residentes con un horario de trabajo normal, e interesados por los recursos turísticos de su zona, tampoco consiguen encontrarla abierta.
La primera gran dificultad con la que se suelen topar los turistas es que el punto de información está cerrado. ¿Cómo se les ocurre a los incautos turistas obtener información un domingo o un festivo? Es curioso, pero parece que los horarios se ajustan para los residentes del destino turístico, y aún así, yo diría que solamente consiguen pisar la oficina los desempleados, los jubilados, o los despistados que entran a preguntarte a qué hora abren el comercio de enfrente. Los residentes con un horario de trabajo normal, e interesados por los recursos turísticos de su zona, tampoco consiguen encontrarla abierta.
 Mi primera pequeña experiencia turística con una bici se dio, como no podía ser de otra manera, en Ámsterdam. Hace pocos días recuperé los recuerdos de aquel viaje, y es curioso, pero la primera imagen que me vino a la cabeza, no fueron ni los tulipanes, ni los canales, sino que volvió el primer contacto que tuve con la ciudad nada más salir de la estación central: el enorme aparcamiento habilitado para bicicletas. Aquella primera imagen me impactó sobremanera, y comprendí que tenía que cambiar mis pies por ruedas. Los sucesivos recuerdos vienen y van en una bicicleta, con sol, con lluvia, y no pudieron ser más gratos.
Mi primera pequeña experiencia turística con una bici se dio, como no podía ser de otra manera, en Ámsterdam. Hace pocos días recuperé los recuerdos de aquel viaje, y es curioso, pero la primera imagen que me vino a la cabeza, no fueron ni los tulipanes, ni los canales, sino que volvió el primer contacto que tuve con la ciudad nada más salir de la estación central: el enorme aparcamiento habilitado para bicicletas. Aquella primera imagen me impactó sobremanera, y comprendí que tenía que cambiar mis pies por ruedas. Los sucesivos recuerdos vienen y van en una bicicleta, con sol, con lluvia, y no pudieron ser más gratos. Recientemente leí en el muro de un amigo esta frase: «Al final, para un hombre de mundo, es muy exótico volver a casa». Me llamó especialmente la atención, y como tantas otras veces la deformación profesional asaltó mis pensamientos. Sin quererlo la había llevado a mi terreno, e inmediatamente estaba recapacitando en lo inexplorada y exótica que resulta para muchos gallegos su propia casa: Galicia.
Recientemente leí en el muro de un amigo esta frase: «Al final, para un hombre de mundo, es muy exótico volver a casa». Me llamó especialmente la atención, y como tantas otras veces la deformación profesional asaltó mis pensamientos. Sin quererlo la había llevado a mi terreno, e inmediatamente estaba recapacitando en lo inexplorada y exótica que resulta para muchos gallegos su propia casa: Galicia.